Un robot asesino

1979:

¡Esto es una vergüenza! ¿Qué será lo próximo? ¿Un robot que controle el planeta? ¡Van a acabar con todos nosotros!

Parece el fin de los días, pero no. Es una de tantas reacciones que causó, en muchos profesionales, la entrada de los sistemas de dibujo asistido por computador (CAD) en la industria. Profesionales acostumbrados a trabajar dibujando con escuadra y cartabón, con más miedo a escuchar que al propio avance tecnológico en sí.

Muchos de ellos ni pensaron siquiera que un compás también es una herramienta. Una herramienta que ellos aprendieron a emplear después de que algún homólogo suyo del pasado hubiese estado indignado porque todo el mundo ya podría hacer círculos perfectos.

Es el cuento de nunca acabar…

2011:

¡Esto es una vergüenza! ¿Qué será lo próximo? ¿Un robot que controle el planeta? ¡Van a acabar con todos nosotros!

Ellos mismos, los que fueron mirados con recelo por la anterior generación, los que esta vez nacieron profesionalmente en la era digital, ahora ponen el grito en el cielo justamente por eso mismo: Por miedo a ellos mismos, por miedo a dejar de pertenecer al club que más fácilmente te puede arropar: la mediocridad.

Muchos son los debates que pueden escucharse alrededor del diseño generativo, donde convergen sobre todo, profesionales del diseño industrial, la arquitectura y la ingeniería. En uno de ellos, impartido en el DHUB en Barcelona por el Dr. Frank Steiner, se hablaba de la personalización en masa o mass customization, y entre otras cosas, señalaba al diseño generativo como la herramienta principal (junto a las de fabricación digital) para hacer posible este reto. Uno de los asistentes se mostró preocupado por el futuro de los diseñadores, ahora que podemos asistir, no solo al dibujo, sino a la generación de formas. «¿Qué va a pasar con nosotros?, ¿Ya no valemos?». No podré olvidar la respuesta del ponente: «Te entiendo, es momento de elegir: arte o diseño. En el primero de ellos tú te expresas y quien se sienta identificado o impresionado por tu forma de expresión irá hacia ti. En el segundo de ellos, te las tendrás que arreglar, para que, a través de todos los medios que tengas a tu alcance, respondas en la mejor medida posible a las necesidades de los usuarios. Ambas opciones son dignas, claro.»

Vamos a intentar ser un poco sensatos: no se trata de la tecnología en sí. Si no la sintiésemos provechosa, lo único que haríamos sería no usarla y seguir como hasta ahora, convencidos de que no vale la pena emplearla. El problema viene cuando has asumido que no quieres/ no puedes/ no sabes adaptarte y seguir siendo un profesional competitivo.

Este es un gran video, parece captar esta sensación: (en inglés)

Comparto con mi colega Rod (Grupo KRFR): «Un algoritmo no va a quitarte el trabajo, pero está claro que lo va a cambiar. En tu mano está adaptarte o no.»

– adelante.


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